El domingo 16 de abril de 2021 celebramos la Ascensión del Señor a los cielos. Esta fiesta celebra con gozo que Jesús finalmente vuelve al Padre de donde había partido con una misión. Vuelve triunfante “a la derecha del Padre” con un cuerpo transformado, glorioso, distinto al cuerpo material, como el de cada uno de los humanos vivientes. Vuelve al Padre con la satisfacción de la misión llevada a cabo (“Todo se ha cumplido”).

Vuelve, además, dejando un pueblo, el pueblo de Dios, en marcha y con una misión en el mundo: la de ser testigos de su estilo de vida, la de enseñar su evangelio y la de bautizar en el nombre de la Santísima Trinidad. Este pueblo es la Iglesia, la cual participa del triunfo de Jesús  y de su poder para continuar esa misión.

“Todo lo puso bajo sus pies y lo dio a la Iglesia, como cabeza, sobre todo. Ella es su cuerpo, plenitud del que lo acaba todo en todos” (Ef1,17). Los seguidores de Jesús no se quedan tristes con la vuelta al Padre de su Maestro, porque saben que es el Señor. Él mismo es la garantía y cumplirá sus palabras: “Yo estoy con vosotros todos los días hasta el final del mundo”.