El primer anuncio es la proclamación del Evangelio a los no creyentes y a los que, de hecho, viven en la indiferencia religiosa. Tiene como objetivo la adhesión fundamental a Cristo en la Iglesia y la llamada a la conversión. La finalidad del primer anuncio es que toda persona pueda alcanzar y crecer en la fe en Cristo y pueda caminar por la vía del Evangelio para alcanzar la vida eterna.  El primer anuncio, más que una enseñanza, es un mensaje de alegría, una “buena noticia” que busca lo esencial del Evangelio. Tiene un papel fundamental en la catequesis y debe ocupar el centro de la actividad evangelizadora y de toda la renovación eclesial.

El primer anuncio implica salir, adelantarse, proponer. El diálogo leal y sincero, la escucha, el testimonio, la acogida cordial, con todos lo que tienen una fe distinta o no tienen fe, así como con aquellos que desean redescubrir y renovar la adhesión al mensaje cristiano se sitúa ya de lleno en el marco del anuncio y constituyen su necesaria premisa. (DDCZ, 25)