La comunión con Cristo exige la comunión con los demás. Doroteo de Gaza, un monje de la Palestina del siglo VI, lo expresaba de la siguiente manera:
“Suponed un círculo trazado sobre la tierra, es decir, una línea redonda dibujada con un compás en torno a un centro. Imaginaos que el círculo es el mundo, el centro Dios, y los radios los diferentes caminos o maneras de vivir que tienen los hombres. En la medida en que los santos, deseando acercarse a Dios, caminan hacia el centro del círculo, y van penetrando en su interior, entonces se van acercando también los unos a los otros. Y en la medida en que se van acercando unos a otros, se acercan simultáneamente a Dios. Y comprenderéis que lo mismo ocurre en sentido contrario, cuando nos alejamos de Dios y nos retiramos hacia afuera. Es obvio que cuanto más nos separamos de Dios, más nos alejamos los unos de los otros, y que cuanto más nos separamos los unos de los otros, más nos alejamos de Dios”
Las divisiones entre cristianos, que nos alejan a unos de otros, son un escándalo porque también nos alejan de Dios. Muchos cristianos, conmovidos por esta situación, oran fervientemente a Dios por la restauración de esa unidad por la que Jesús oró. La oración de Cristo por la unidad es una invitación a retornar a él y a acercarnos unos a otros, regocijándonos en la riqueza de nuestra diversidad.
En la medida en que aprendemos de la vida comunitaria, nos daremos cuenta de que los esfuerzos por la reconciliación son costosos y exigen sacrificios. Pero nos sostiene la oración de Cristo, quien desea que seamos uno, así como él es uno con el Padre para que el mundo crea (Jn 17, 21).
(Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos 2021)