La misión de la Iglesia es estar en misión, abierta de par en par a las necesidades del mundo. Dispuesta a escuchar, abrazar, con – solar, acompañar… A convertirse en los brazos de un Dios que anhela abrazar a la humanidad y a la Creación.

El Domingo Mundial de las Misiones nos recuerda el gesto profético de abandonar la propia casa para acudir a los lugares donde hay más necesidad. Implica ser la punta de lanza de una llamada que interpela a todos los creyentes. Porque creer significa estar abierto, vivir en salida; ser padres y madres en un mundo donde impera la orfandad.

(Revista R21)