El Adviento de este año se enmarca en el Año Santo, signo de gracia y renovación.
Ser “peregrinos de esperanza” significa ponernos en marcha, reconociendo que nuestra vida es un camino hacia el encuentro con Dios.
El peregrino no se instala, no se acomoda: avanza, confía, busca. Vive de la promesa.
Vivamos este tiempo como una Iglesia que espera a que llegue su Señor, que evangeliza y camina en sencillez, con corazón enamorado y ojos fijos en la meta.