Entre el azul intenso del cielo y el verde brillante del césped, en este inmejorable templo de vida del parque Central, los miembros de esta Unidad Pastoral de Ejea, el pasado día 23, acordamos celebrar la principal fiesta del año cristiano: la resurrección de Jesús, el Hijo de Dios.
Una celebración de acción de gracias que no vamos a olvidar porque lo sentimos presente de manera intensa y, junto a Él, a nuestro papa Francisco que veía a una pequeña iglesia con las puertas bien abiertas, con familias de tres (y más) generaciones, con personas más y menos cercanas a la vida de la Iglesia, en armonía con la Naturaleza y, en medio de todos, el Espíritu de Dios que nos llenaba de alegría, que nos animaba a compartir nuestra fe, nuestras vivencias, nuestros alimentos, la música y el baile.
Resulta que se hizo realidad el sueño, que pensábamos inalcanzable, de ser una comunidad intergeneracional, festiva y numerosa, que celebra su fe en la forma de las primeras comunidades.
Solo resta un sentimiento de gratitud… porque supimos superar nuestras dudas, poner el hombro en la preparación y ser fieles a este Espíritu que nos empuja a proclamar la alegría del Evangelio, de la salvación de Dios.
Desde el Equipo de la Misión queremos dar las gracias a todos: al Ayuntamiento, la brigada municipal, los que prepararon las distintas actividades para niños y mayores, los que animaron con la música y el canto y todos los que asistimos a esta gran fiesta de la Resurrección. Ha sido una experiencia de Iglesia y fraternidad muy en la línea de lo que nos proponía el Papa Francisco. La próxima semana publicaremos una reseña más extensa.
¡GRACIAS!