Fe, Misa

Los Frutos de la Liturgia

La liturgia, además de ser una obra de Cristo, o sea, una acción suya que santifica a los hombres poniéndolos en contacto con Dios, es también una acción de la Iglesia; es decir, una acción de los creyentes que rinden culto a Dios. De esta manera la liturgia expresa la naturaleza auténtica de la comunidad cristiana, pues realiza y manifiesta a la Iglesia como signo visible de la comunión entre Dios Padre y los hombres, por Cristo en el Espíritu.

La liturgia nos dice qué somos; nos introduce en la vida nueva de la comunidad, en el cuerpo que tiene como cabeza a Cristo. Se comprende entonces por qué la liturgia, para ser eficaz, demanda una participación de todos consciente, activa y fructífera.

Y además, como nos recuerda al Concilio Vaticano II  “la sagrada liturgia no agota toda la acción de la Iglesia”, ya que debe ser precedida por la evangelización, por la fe y por la conversión. Solo así puede dar sus frutos en la vida de los fieles que son: la vida nueva según el Espíritu, el compromiso por la justicia que viene del Evangelio y el servicio a los pobres.

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