No es raro en nuestras parroquias encontrar gente exigente que pide servicios parroquiales de la misma forma que va al gestor o al supermercado a comparar aquello que él necesita. Estamos en un mundo de “servicios”. Sin embargo los cristianos no exigimos “servicios” a los demás, sino que nuestra misión en “servir” al otro.
Por eso, a veces, en vez de pensar qué puedo pedirle a la comunidad, deberíamos considerar, qué puedo aportar a la comunidad cristiana, para que sea más familia, la de Cristo.