La Cuaresma comienza el miércoles de Ceniza y concluye antes de la Misa de la Cena del Señor, el Jueves Santo. La liturgia cuaresmal prepara para la celebración del misterio pascual de la muerte y resurrección de Jesucristo, tanto a los catecúmenos, haciéndoles pasar por los diversos grados de la iniciación, como a los fieles, que recuerdan su llegada a ser cristianos completos por medio del bautismo, de la confirmación y de la eucaristía, y que hacen penitencia, buscando una conversión cada vez más perfecta, por medio de la escucha más frecuente de la Palabra de Dios, de la práctica de los sacramentos, de la oración, de las privaciones voluntarias y de la limosna u otras obras solidarias, que manifiestan el desprendimiento de los bienes materiales y la renuncia al egoísmo.
La penitencia del tiempo cuaresmal no debe ser sólo interna e individual, sino también externa y social.
Al comienzo de la Cuaresma hemos de pedirle al Señor su auxilio para que nos mantengamos en espíritu de conversión y para que la austeridad penitencial de estos días nos ayude en el combate cristiano contra las fuerzas del mal.