Cuaresma

Ceniza y Cuaresma

El Miércoles de Ceniza los cristianos recibíamos la ceniza en nuestras cabezas en una celebración litúrgica que goza de gran estima en la religiosidad popular. Un poco de ceniza y el recuerdo de dos grandes verdades: la vanidad de la vida y la necesidad de encontrar a Dios mediante la conversión. Ese día se abría un periodo de mayor apertura a Dios y al prójimo,  es decir,  la Cuaresma.

Cuarenta días dedicados a preparar la celebración de la Pascua del Señor. Cuarenta días que van desde este miércoles hasta la celebración de la Cena del Señor, el Jueves Santo. En la Iglesia primitiva, este era el último tramo de los catecúmenos para su preparación al bautismo, que recibían en la Vigilia Pascual. En la Edad Media el ayuno y la abstinencia de comer carne en este periodo buscaban sobre todo una renovación espiritual, en la que también hoy nosotros nos debemos empeñar como nos lo recuerdan las palabras que se nos dijeron al imponernos la ceniza: “convertíos y creed en el Evangelio”.

Esta renovación interior nos ha de llevar a amar a los demás, a ser más cordiales y tolerantes, a aceptar a las personas como son y no como nosotros queremos que sean, a ser más respetuosos y solidarios, a perdonar y poner paz en nuestra convivencia, a devolver bien por mal, a vivir como hermanos, a practicar las obras de misericordia, a ser honrados y buenos trabajadores, y a defender los derechos humanos y la naturaleza.

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