El domingo 24 de octubre de 2021 celebramos la Jornada Mundial de las Misiones (DOMUND) que se celebra, como siempre, el penúltimo domingo de octubre y nos recuerda que formamos parte de la familia universal de la Iglesia y que todos somos misioneros.
El lema de este año es: “Cuenta lo que has visto y oído”, haciendo referencia a la necesidad de cada Bautizado de ser mensajero-misionero del la Buena Noticia de salvación.
Recordamos a todos estos cristianos que trabajan en tierras de misión anunciado el Evangelio y ayudando a los más necesitados. Son testimonio de la misión de toda la Iglesia hacia los más necesitados y nos ayudan a ser, nosotros, misioneros en nuestra sociedad, en nuestro ambiente.
La colecta de este día es para las actividades evangelizadoras y humanitarias de nuestros hermanos misioneros. Seamos generosos.
El papa Francisco dice en su carta para la Jornada Mundial de las Misiones: “En la Jornada Mundial de las Misiones, recordamos agradecidamente a todas esas personas que, con su testimonio de vida, nos ayudan a renovar nuestro compromiso bautismal de ser apóstoles generosos y alegres del Evangelio. Recordamos especialmente a quienes fueron capaces de ponerse en camino, dejar su tierra y sus hogares para que el Evangelio pueda alcanzar sin demoras y sin miedos esos rincones de pueblos y ciudades donde tantas vidas se encuentran sedientas de bendición.
Contemplar su testimonio misionero nos anima a ser valientes y a pedir con insistencia «al dueño que envíe trabajadores para su cosecha» (Lc 10,2), porque somos conscientes de que la vocación a la misión no es algo del pasado o un recuerdo romántico de otros tiempos. Hoy, Jesús necesita corazones que sean capaces de vivir su vocación como una verdadera historia de amor, que les haga salir a las periferias del mundo y convertirse en mensajeros e instrumentos de compasión. Y es un llamado que Él nos hace a todos, aunque no de la misma manera. Recordemos que hay periferias que están cerca de nosotros, en el centro de una ciudad, o en la propia familia. También hay un aspecto de la apertura universal del amor que no es geográfico sino existencial. Siempre, pero especialmente en estos tiempos de pandemia es importante ampliar la capacidad cotidiana de ensanchar nuestros círculos, de llegar a aquellos que espontáneamente no los sentiríamos parte de “mi mundo de intereses”, aunque estén cerca nuestro (Fratelli tutti, 97).
Vivir la misión es aventurarse a desarrollar los mismos sentimientos de Cristo Jesús y creer con Él que quien está a mi lado es también mi hermano y mi hermana. Que su amor de compasión despierte también nuestro corazón y nos vuelva a todos discípulos misioneros”.