Iglesia

¿Es Posible Otra Iglesia?

Esta es nuestra Iglesia. La que fundara Jesucristo sobre Pedro y el cimiento de los apóstoles y la tradición de los Santos Padres. Lo cual no quiere decir que no haya que estar bien atentos a la acción del Espíritu Santo, que da en cada momento de la historia el aliento y la renovación que necesita para responder adecuadamente a su misión evangelizadora. Y aquí llegarán el magisterio Pontificio, los sínodos y los concilios, que reflexionan y actualizan, renuevan las estructuras, los proyectos pastorales, los criterios y actitudes que seguir y tener.

Si tiene que mirar el pasado, la Iglesia lo hace con gratitud, reconociendo todas las obras de justicia y de caridad, de misericordia y de reconciliación, de tanto bien como ha realizado a lo largo del tiempo. Todo es motivo de acción de gracias, pero también de responsabilidad para llevar adelante las lecciones aprendidas.

Sin nostalgia, que es como un mal sabor de boca pensando que lo que fue ya no es, y que de lo construido no queda nada más que un conjunto de ruinas gloriosas. El resultado de visión tan nefasta es la tristeza, el vacío que deja un tiempo que se considera ya perdido.

Ante el futuro, prepararse para trabajar, para ser valientes y audaces. El futuro no hay que aceptarlo como una herencia irremediable, sino que hay que recibirlo con la voluntad de hacer de él un tiempo verdaderamente nuevo. Superando el miedo, que quiere ser disfrazado con la inercia, la pereza, el sentimiento de imposibilidad de poder cambiar la prepotencia del fatalismo.

En el presente, aprender «a leer con los ojos de la fe los signos de los tiempos, a responder creativamente a las necesidades de la Iglesia» (Francisco). Para seguir adelante de esta manera, habrá que cargar bien las alforjas con las mejores semillas para dejarlas caer en los surcos de los campos de este mundo y que, por la fuerza y vitalidad de lo que vamos sembrando, toda la humanidad se transforme en verdadero Reino de Dios. En esto consiste evangelizar. Una Iglesia leal al mensaje de Cristo, pero sintiendo la rapidez de los procesos de cambio y de transformación que caracteriza a las sociedades y a las culturas. Mejor que de restaurar y de regenerar se prefiere hablar de reforma, dar nueva vitalidad y fiel respuesta a las acciones del Espíritu.

(Cardenal Carlos Amigo- Rev. Vida Nueva)

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