Dice Monseñor Ginés García, Obispo de Getafe, en la revista Vida Nueva:
“No deja de sorprender. Tan atareados en discutir, incluso en dar respuesta, a lo que nos parece importante, lo más importante, y de pronto llega un virus, mejor, una extensa familia de virus, y nos desarma. El coronavirus que ha sido capaz en pocas fechas de paralizarnos. Literalmente, paralizar la sociedad con todas sus actividades y, sobre todo, paralizar el corazón de muchos hombres y mujeres.
El desconocimiento de los mecanismos de este virus, la falta de datos sobre su transmisión, gravedad y cura nos ha recordado que somos menos poderosos de lo que creíamos, que somos vulnerables. Es una experiencia la de la vulnerabilidad que nos viene bien experimentar, que nos muestra la verdadera grandeza del hombre, que no está en su poder, sino en su dependencia, en el amor por el que ha sido creado y para el que ha sido destinado. El amor nos hace vulnerables, pero, por esto mismo, nos hace gustar el don, la ternura, la entrega, la gratuidad.
Una consecuencia que puede acarrear este estado de excepción, además de los daños físicos, familiares, económicos, es la cerrazón del corazón para protegernos de todo lo de fuera. Pero también puede ser al contrario, podemos hacer de este mal una posibilidad para abrirnos a los demás. Se trata de hacer de los inconvenientes una oportunidad. Creo que lo que estamos viviendo nos puede acercar más a Dios, puede despertar en nosotros la confianza que estamos en sus manos, el abandono ante nuestra impotencia que depositamos en sus manos. Hermoso testimonio para todos. Hemos de rezar, pedir al buen Dios y la Virgen Santa que aparte de nosotros el mal, y que proteja a todos, especialmente a los más débiles”.