Resuenan en los evangelios de estos días, las palabras del Resucitado a sus discípulos. Son palabras llenas de ánimo, de vida, de esperanza. Son palabras, que en este tiempo que vivimos, nos pueden ayudar en nuestra oración:
“Paz a vosotros. No temáis” (Mt. 28, 9-19; Lc. 24, 36; Jn. 20, 19 y 26).
“¿Por qué lloras? ¿a quién buscas?» (Jn. 20, 15)
“¡Qué torpes sois! ¿no era preciso que el Mesías sufriera todo esto para entrar en la gloria?» (Lc. 24, 25-26)
“Ved mis manos y mis pies” (Lc. 24, 38: Jn. 20, 25-27).
“Dichosos los que sin haber visto creen” (Jn. 20, 29).
“Recibid el Espíritu Santo” (Jn. 20,22; Hch. 1,4-8)
“A quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados” (Jn. 20, 23; Lc. 24,47).
“Echad las redes” (Jn. 21, 6).
“Subo a mi Padre y a vuestro Padre, a mi Dios y a vuestro Dios” (Jn. 20, 7).
“Venid y comed” (Jn. 21, 12).
“¿Me amas? Tú sígueme” (Jn. 21, 17-19).
“Como el Padre me envió, así os envío yo. Sois mis testigos; id por todo el mundo anunciando la Buena Noticia. Yo iré delante y estaré con vosotros todos los días hasta el fin del mundo” (Mt. 28,10 y 18; Mc. 16, 14-18; Lc. 24, 48).