El papa nos dice «no tengan miedo» de ir y llevar a Cristo a cualquier ambiente, hasta las periferias existenciales, también a quien parece más lejano o indiferente. El Señor busca a todas las personas sin excepción y quiere que todas sientan el calor de su misericordia y de su amor. Y por ello, nos invita a ir sin miedo con el anuncio misionero, allí donde nos encontremos y con quien estemos, en el barrio, en el estudio, en la familia, en el deporte, en las salidas con los amigos, en el voluntariado o en el trabajo. Queremos ser el Pueblo de Dios, misionero y santo, en nuestro contexto. Nos ponemos en las manos del Espíritu que nos precede y guía en este camino sinodal.
“Estamos viviendo en la Iglesia un renovado Pentecostés. Tenemos ahora la responsabilidad de ser fieles a la llamada concreta que hemos experimentado con este camino compartido. Sintiéndonos acompañados por el papa Francisco y por toda la comunidad eclesial, con el deseo de hacer vida sus palabras, afirmamos que es la hora de los laicos, hombres y mujeres bautizados comprometidos con el mundo que con su modo de vivir sean capaces de llevar la novedad y la alegría del Evangelio allá donde estén. Los animo a que vivan su propia vocación, inmersos en el mundo, escuchando, con Dios y con la Iglesia, los latidos de sus contemporáneos, del pueblo. (…). No tengan miedo de patear las calles, de entrar en cada rincón de la sociedad, de llegar hasta los límites de la ciudad, de tocar las heridas de nuestra gente… esta es la Iglesia de Dios, que se arremanga para salir al encuentro del otro, sin juzgarlo, sin condenarlo, sino tendiéndole la mano, para sostenerlo, animarlo o, simplemente, para acompañarlo en su vida. Que el mandato del Señor resuene siempre en ustedes: «Vayan y prediquen el Evangelio» (Mensaje del Papa a los participantes en el Congreso Nacional de Laicos)