El penúltimo domingo del tiempo ordinario, el domingo anterior a la fiesta de Cristo Rey, el Papa Francisco instituyó hace ya 4 años, la Jornada Mundial de los Pobres. No es una jornada para pedir para los pobres, sino para ser conscientes de que ellos forman parte de nuestra comunidad, que debemos cuidar de ellos y hacer lo posible para que la pobreza desaparezca de nuestro mundo, y, sobre todo, que son el reflejo más fiel de Cristo. El lema de este años es: “Tiende tu mano al pobre” (Eclo. 7,32). El Para Francisco, en su carta de este año nos dice:
“El grito silencioso de tantos pobres debe encontrar al pueblo de Dios en primera línea, siempre y en todas partes, para darles voz, defenderlos y solidarizarse con ellos ante tanta hipocresía y tantas promesas incumplidas, e invitarlos a participar en la vida de la comunidad”
“Tender la mano es un signo: un signo que recuerda inmediatamente la proximidad, la solidaridad, el amor. En estos meses, en los que el mundo entero ha estado como abrumado por un virus que ha traído dolor y muerte, desaliento y desconcierto, ¡cuántas manos tendidas hemos podido ver!”
“Este momento que estamos viviendo ha puesto en crisis muchas certezas. Nos sentimos más pobres y débiles porque hemos experimentado el sentido del límite y la restricción de la libertad”.
“Este es un tiempo favorable para «volver a sentir que nos necesitamos unos a otros, que tenemos una responsabilidad por los demás y por el mundo”
“Tiende la mano al pobre” es, por lo tanto, una invitación a la responsabilidad y un compromiso directo de todos aquellos que se sienten parte del mismo destino. Es una llamada a llevar las cargas de los más débiles”
“Este amor es compartir, es dedicación y servicio, pero comienza con el descubrimiento de que nosotros somos los primeros amados y movidos al amor. Este fin aparece en el momento en que el niño se encuentra con la sonrisa de la madre y se siente amado por el hecho mismo de existir”