Pocas veces la historia de nuestra vida se escribe a nuestro gusto; hay veces que quisiéramos que el mundo que nos rodea, las personas que queremos y nuestras inquietudes tuvieran un final feliz y como decidiéramos nosotros, pero Dios, siendo quien es, siempre escribe recto aunque los renglones están torcidos y tortuosos; nos referimos a la historia reciente del Monasterio Cisterciense de la Oliva “referencia íntima con nuestra Patrona la Virgen de la Oliva”. Una comunidad llena de santos y ancianos monjes, que con sus oraciones, trabajo y contemplación al Señor, luchan día a día con el amor que les caracteriza, con las reglas de san Bernardo. El martes 28 de junio 2020 se quedaron huérfanos de su padre Abad Isaac: a la luz de la aurora y con el canto de los pájaros, Cristo y su Madre María de la Oliva han salido a su encuentro y se lo han llevado hacia la Luz, con el amor que caracteriza al Padre y a su Madre; su peregrinar en la tierra ha terminado; allí, junto a la luz, se encontrará con tantos y tantos santos que disfrutan de la paz y el Amor. Nosotros no lo podemos entender, pues nos falta camino de peregrinar. Seguro que nuestros huérfanos monjes, hoy tristes, muy tristes pero esperanzados, pronto tendrán otro Abad que los dirija y lleve por el camino de la paz, el perdón y la santidad.
Cofradía de la Virgen de la Oliva