El proceso sinodal nos sitúa a todos en el tiempo del Espíritu.
Estamos ante un tiempo de Dios, lleno de belleza y creatividad, que no puede dejar de entusiasmarnos si quitamos miedos, barreras, cansancios, rutinas… Pues no se trata de un acontecimiento, sino de participar en un proceso en el Espíritu, que no solo continuará en la segunda sesión del sínodo en octubre, sino que pretende renovar la Iglesia, haciéndola cada vez más, toda ella, sinodal; impulsar el proceso sinodal y encarnarlo en la vida de la Iglesia, en el quehacer ordinario de las comunidades cristianas. En definitiva, es una experiencia, por eso no se trata de hablar de sinodalidad, sino de vivirla, de que «empape» toda la Iglesia y todo lo que es Iglesia; un proceso que tiene que bajar a todos los niveles de la comunidad eclesial y que supone creer en ella, conversión, espiritualidad, tiempo, paciencia, constancia… Y tú, ¿Estás dispuesto?